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Diciembre 22, 2013 22:53 hrs.

Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

Periodismo ›


Una colorada (vale más que cien descoloridas) Afirmar algo que no es verdad parece innato en el ser humano. Los estudiosos de la conducta, han realizado diversas investigaciones para encontrar las causas y los tipos de mentiras. Un niño preescolar falta a la verdad con frecuencia, en parte porque su estadio de madurez no le facilita definir el límite entre la realidad y la fantasía; pero en la medida que se avanza por la vida, se puede mentir con alguna intención de dañar a quien se envidia, -porque tiene más que yo y anhelo sus bienes o su prestigio- para cubrir una necesidad –me hace falta dinero para viajar o comprar algo- provocar lástima en mis posibles “benefactores” lo mismo el limosnero o la persona que anhela ser aceptado en un círculo que no es el propio como quien por conveniencia se asume con un grado superior al que en realidad tiene e incluso se falta a la verdad, escudando su ausencia de sinceridad en una supuesta piedad o interés por el otro.
Las dificultades para afrontar una realidad que al joven adolescente le aterra –no ser aceptado, carecer de coche o simplemente de la liquidez suficiente para invitar a sus amigos- le llevan a mentir como alternativa para no auto-excluirse. Eludir un castigo, mostrar una imagen de triunfador aun cuando se sepa fracasado o enfrentar el miedo a la vejez, la muerte, el ser destituido o derrocado, son el campo fértil para las actitudes o declaraciones falsas, sobre todo si en los círculos formativos –familia, escuela, etc.- se usaba el mentir con frecuencia.
Además de los textos bíblicos, hay evidencia de que el rey Herodes mintió a los sabios que venían de oriente siguiendo “una estrella”, cuando se enteró que este fenómeno se asociaba con el nacimiento del rey del pueblo escogido. Su ignorancia acerca de dicha profecía[1], le lleva a mentir y simular que desea la información para acercarse “a adorar al niño”. Esta mentira, con una clara intención de protegerse políticamente, nos lleva al tema de la manipulación.
Aun cuando manipular no necesariamente va de la mano o es lo mismo que engañar, en la mayoría de los casos, se usan verdades a medias o expectativas falaces para logar que otro o incluso un grupo, se conduzca como no le gusta; fumar, drogarse o beber alcohol; tener sexo no deseado o al menos hacerlo sin protección; votar por alguien que no se conoce bajo el supuesto de futuras canonjías; inducir opiniones favorables a temas impopulares; y en general, buscar el control del otro –física, conductual, mental o espiritualmente- mediante técnicas de persuasión o sugestión que casi siempre llevan a la anulación de las propias capacidades para rehusar aquello que de manera traposa se le impone.
Es relativamente fácil rechazar manipulaciones extremas –llamadas según el caso lavado de cerebro- como las armadas por Goebbels, en favor del nazismo; o las manejadas por líderes pseudo espirituales que al final del día llevan a la destrucción e incluso la muerte[2]; pero el intento de tomar o suvertir el control de un individuo sobre su pensamiento, comportamiento, emociones o decisiones, es usado por: tíos que buscan abusar del menor, familiares que reafirman su supremacía respecto a los padres solapando conductas riesgosas para el adolescente, y hasta maestros que ven a los escolapios como posibles adeptos, en temas ideológicos, políticos y de guerra.
Así como los mentirosos consuetudinarios, justifican el faltar a la verdad calificando sus falsedades como “piadosas o necesarias”, también los manipuladores han encontrado un sin fin de excusas y hasta tácticas para lograr que grandes masas consuman sus productos, donen a su causa, se inscriban en sus cursos e incluso se formen ideas predeterminadas respecto a personajes o programas diversos.
La publicidad en sí misma es una forma de manipulación. Se puede persuadir hacia la compra, la filiación o el rechazo también basado en verdades; pero si el fin último es controlar anulando la propia capacidad de raciocinio y por ende de búsqueda de la verdad, el tema es negativo.
¿Por qué hay tanta seguridad acerca de que Herodes mató cientos o miles de niños inocentes, para desaparecer al Cristo? Si Usted averigua, verá que Belén tenía de 300 a 1000 habitantes, niños del rango de edad –recién nacidos- que se supone pretendía eliminar cuando mucho serían 20 –lo más probable es que no fueran más de 7- y de ahí para delante puede poner a prueba sus credos y su fe, sin caer en el riesgo de odiar a otros porque son judíos, ortodoxos, budistas, chintoistas o musulmanes. Celebre esta Navidad, dándose el lujo de amar. Seguramente no tenemos la grandeza de espíritu para poner la otra mejilla, pero sí puede callar ante la ofensa, el rechazo, la mentira, el atropello y el intento de manipulación, llevando su pensamiento y emoción hacia espacios internos de conmiseración y comprensión por aquellos que siguen siendo esclavos de sus propias manipulaciones.



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[1] Se dice de Herodes, que amaba las artes y se le atribuye la edificación de grandes construcciones importantes en la época, pero también se han documentado sus temores, sus celos y la inseguridad que le llevo a asesinar a todo aquel cercano (incluso sus hijos), que le pudiera representar algún riesgo de ser destituido.
[2] Los suicidas de Guyana, los davidianos de Waco, y “pastores” capaces de inducir mutilaciones (al niño que su familia le sacó los ojos) o propiciar su propio harem, manipulando padres para la entrega de sus mujeres jóvenes.

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Mentir y Manipular

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