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Junio 25, 2019 11:54 hrs.

Gato de Barrio › El Informador Analítico

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Donald Trump oficializó este martes en Miami lo que inició desde junio de 2015: su campaña proselitista para la presidencia de Estados Unidos, pero ahora con la diferencia de que busca su reelección para el periodo 2020-2024.

​Es decir, a pesar de ser actualmente el principal inquilino de la Casa Blanca, desde que asumió el poder en enero de 2016 se han mantenido más como un candidato a cargo público que como presidente, nos guste o no, de una de las principales potencias económicas, políticas y sociales en el mundo.

​Dentro de ese papel en gran parte de las veces que ha actuado no lo ha hecho como político sino más como empresario, pero quien adopta decisiones viscerales, presuntamente en beneficio de su país, pero más como un férreo defensor de políticas conservadoras y reaccionarias con el supuesto propósito de recrear la perdida grandeza de Estados Unidos.

​Por ello, por ejemplo, califica como una mentira el calentamiento global, promueve guerras comerciales con sus principales socios económicos, como lo son México y China, amenaza con aplicar sanciones a empresas que mantienen plantas fuera de su territorio para ser reubicadas en su nación, a fin de generar más puestos labores.

​Trump también se ha comprometido a que "Estados Unidos nunca será un país socialista", además de que ha presumido haber luchado contra esa forma de Gobierno en Latinoamérica. Pero, además, ha enfocado sus baterías contra los inmigrantes.

​Desde su campaña inicial en 2015 Trump llamó "criminales" y "violadores" a los inmigrantes que llegaban desde México; ha insistido en su voluntad de "deportar a los inmigrantes" indocumentados y acabar con las "ciudades santuario" que los protegen. Ha pedido ayuda para elegir "un Congreso republicano" y "crear un sistema seguro, moderno y legal de inmigración" e insistido en un nuevo muro, "más bonito, más fuerte y más barato".

​Dentro de este discurso México se ha convertido en rehén de sus políticas antimigrantes, donde utilizará a nuestra nación como sparring para cumplir con sus promesas; tal como ya sucedió con la reciente amenaza de aranceles a las exportaciones mexicanas en caso de no frenar el paso de migrantes que, lamentablemente, aspiran al sueño americano.

​Así que el futuro de las relaciones entre México y Estados Unidos no resultan nada alentadoras y nuestras autoridades deben pensar en estrategias para evitar ser un instrumento para beneficio particular de Trump, pero de ninguna forma para el pueblo estadounidense.

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México y la campaña de Trump

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