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Marzo 09, 2015 13:33 hrs.

Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

Periodismo ›


Una colorada (vale más que cien descoloridas) Abundar en conceptos para aclarar si el origen en la fecha fue para homenajear a féminas trabajadoras, si este género es mayoría en términos demográficos, si son víctimas de violencia –propiciada por parejas, padres, hermanos o jefes- o si las áreas oscuras de su emoción les impide actuar con libertad y plenitud, es tanto como ocupar espacio, tinta y hasta atención de quienes generosamente se han convertido en nuestros lectores, sin más propósito que tener algo de reconocimiento.
Como cualquier ser humano, he vivido en mi proceso de desarrollo hecho que pudiera ser el eje de alguna lucha concretada en un movimiento, fundación o protesta.
Sí, me duele y me han lesionado acciones que igual devienen en un moretón –ese producido por la famosa e internacional “puerta” que se abrió sobre mi cara- una imposición de cambio de vida –desde el extremo del castillo de la pureza pasando por quien sutilmente es conducida a dejar sus valores primigenios en aras del fulgor social de “la gente bonita retratada en hola”- hasta el terror producido por aquel que amenaza con separarte de tus hijos o nietos, sólo por ejercer un dominio basado en la maldad.
Pero así como es importante saber que de las poco más de 5 millones de mujeres mayores de 60 años en México, 30% siguen siendo las responsables de la manutención familiar y poco más de un millón carecen de algún servicio médico, lo es el puntualizar que la maldad no es cuestión de género.
Hay madres, tías primas, hermanas, cuñadas y hasta amigas cercanas capaces de causar daño a otra mujer, en la mayoría de la veces sin percatarse que son instrumento de propósitos malévolos de un tercero ¿Ha sido testigo de luchas fraticidas por alguna herencia? ¿Cuántas tías envidiosas o acomplejadas han usurpado los derechos de una madre constreñida a trabajar o postrada por enfermedad? ¿Conoce víctimas de mujeres juzgadoras que sentencian en contra de la mujer litigante solo porque la sedujo –y no sólo me refiero a la seducción física sino a la emocional, económica y social- lo masculino? La lucha pues, no debiera ser solo a favor de la mujeres, sino de la humanidad en su conjunto, donde ellas, nosotras, todas; somos parte. La humanidad para sobrevivir debe actuar en armonía; pretender matriarcados vengadores o émulos de amazonas justicieras es el preámbulo de la extinción. Por la virulenta forma de “lograr la igualdad” se han extinguido aquellos señores como lo fueron los abuelos[1], Hoy el proveer al hogar ha dejado de ser un privilegio para convertirse en obligación femenina; la consideración derivada de las diferencias –somos menos fuertes físicamente hablando y más expresivas de nuestra sensibilidad- se ha tornado en falta de respeto, desatención y sutil violencia emocional.
Las generaciones que vienen detrás de nosotras se han quedado atoradas en esa adolescencia de los sesenta en que el ser mayor se consideraba sinónimo de anticuada, sometida y poco visionaria. A década y media del siglo XXI somos en México menos de medio millón las solteras de la tercera edad [2] y más allá de comparar estas cifras con las de mujeres que hoy mismo en México han limitado el número de hijos por la ingesta de anticonceptivos o por la interrupción de la gestación que en estas dos semanas se han promovido como si fuera oferta de tienda departamental, la realidad apunta a que muy pocas llegarán a nuestros niveles de existencia, pues en el camino deben enfrentar, los riesgos de seguridad social –ser secuestradas, muertas por una bala perdida o dirigida etc.- incluidos padecimientos que se han convertido en filón de riqueza para las farmacéuticas como lo es el cáncer, la diabetes y una cantidad inexplorada de enfermedades raras. ¿Se atreverían a celebrar el día internacional de la mujer reconociendo que hay una relación directa entre la insuficiencia renal femenina –México tiene el primer lugar de este padecimiento- y las emanaciones contaminantes derivadas de la gasolina y diversos hidrocarburos?
Yo si me siento festejada como mujer, no solo el 8 de marzo, sino cada día del año en el cual recibo el cariño de hombres y mujeres, capaces de condolerse por el otro. Me siento parte de un grupo privilegiado de mujeres plenas, beneficiarias de la amistad, el amor, el sentido de justicia simple que busca dar a quien lo suyo; mujeres capaces de perdonar aun la ofensa más grave, mujeres con la fuerza de seguir adelante aun cuando la agresión haya sido mayúscula, mujeres orgullosas de serlo sin que esto implique confrontarme con el otro.
Si eres de este tipo de Eva, dispuesta a caminar al lado del varón, sin buscar someterlo, sin pretender ganar su afecto colocándote debajo de sus pies o detrás de su sombra, si aun en el dolor puedes encontrar la felicidad de saberte creada a la imagen y semejanza de Dios, entonces celebra conmigo no cada 8 de marzo, sino los 365 días de todos los años de tu vida plena.


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[1] Esos que proveían a toda costo, que reconocían la paternidad y afrontaban las obligación derivadas de ésta, que regalaban flores y reconocían hasta la muerte las cualidades de su pareja.
[2] En cuanto a su situación de pareja, las solteras suman 405 mil 889; las casadas en el registro civil, 398 mil 643; las unidas por lazos religiosos, 102 mil 295; por ambas uniones, un millón 769 mil; en unión libre, 217 mil 083; las separadas son 308 mil 820; las divorciadas 125 mil 168, y las viudas, 203 mil 632.

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Mujeres plenas

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