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Noviembre 25, 2022 00:36 hrs.

Rocío Ayala Pimentel › diarioalmomento.com

Política ›


A simple vista, resulta controversial el título de esta columna, específicamente en el manejo de los tiempos involucrados: presente y futuro; para el caso que nos ocupa, es irrelevante en virtud del panorama actual en cuanto a la nueva redistritación del Estado de México se refiere.

Es cierto que los pueblos originarios y comunidades indígenas, han ganado terreno, aunque sea famélica todavía la carpeta de esta materia, es así que, en las elecciones pasadas, el Edomex contaba con 1 solo distrito electoral indígena, ahora son tres los distritos indígenas, entre los que se encuentran; el Distrito I3, que prevé San José del Rincón, Atlacomulco, Jocotitlán, El Oro y Temascalcingo; el Distrito 14, por Acambay, Timilpan, Villa de Carbón, Chapa de Mota, Aculco, Jilotepec, Morelos, Polotitlán y Soyaniquilpan. En tanto que, el Distrito 15, agrupa a Ixtlahuaca, Jiquipilco, y San Felipe del Progreso

Lo anterior, pese a que según datos que ofrece el Censo de Población y Vivienda 2020, la entidad mexiquense, cuenta con 2,700,806 personas consideradas dentro del rango de población indígena, ubicados en 18 municipios, dato que es erróneo pues aún faltan muchos pueblos por ser reconocidos originarios, de acuerdo a lo que señalan los acuerdos internacionales firmados por nuestro país y de acuerdo a la misma Ley de Derechos y Cultura Indígena, así como el Artículo 2 Constitucional.

Pueblos que por desgracia, son discriminados de manera institucional, tal como lo señalan los datos que ofrece el propio Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas del Estado de México, al aplicar criterios subjetivos para la identificación de la población indígena, señalando que, de acuerdo con los últimos datos censales, la entidad registró 417 mil 603 personas de 3 años y más hablantes de lengua indígena, de los cuales 308 mil 587 corresponden a los pueblos indígenas originarios: Mazahua, Otomí, Náhuatl, Tlahuica y Matlatzinca

Por si esto fuera poco, los criterios de identificación, también rayan en bemoles de discriminación, como marginación, falta de infraestructura, analfabetismo, deserción escolar, delincuencia y pobreza en general, aludiendo que, la población indígena mexiquense, replica condiciones de la mayoría de los grupos étnicos de nuestro país, caso que la Secretaría del Bienestar, tuvo a bien denominar Zonas de Atención Prioritaria, para lo que se refiere al dispendio de programas sociales, de acuerdo a su metodología de 2020. Es decir, a la población indígena en nuestro país, todavía no se le considera como parte de la riqueza cultural y la base del patrimonio cultural ancestral.

Los aspiracionistas a cargos de elección popular, soberbios por antonomasia y convicción, dirán que ’eso es lo de menos’ y como hasta ahora sucede, pasarán desapercibidos en los denominados ‘bastiones’ políticos, pues en lo que se refiere al oriente del Edomex, aun cuando sí tenemos presencia de pueblos originarios y comunidades indígenas, son efectivamente, los menos, razón por la cual a quienes ostentan ’títulos de poder’, pues es un tema que, ni les va, ni les viene.

De acuerdo al DOF del pasado 14 de noviembre del presente año, donde se dio a conocer dicha redistritación constitucional, se mantienen los 45 distritos locales.

Preguntas importantísimas como ¿Cuántos distritos fueron designados indígenas por acción afirmativa? ¿Cuántos se postularon para ser considerados distritos indígenas? y ¿Cuántos lo lograron? El INE menciona que no hubo postulaciones concretas, salvo los posicionamientos por parte de los colectivos (casos aislados evidentemente no contemplados por el INE) sin embargo el proceso se realizó a través de la Sistematización de la información de la Consulta a representaciones indígenas y afromexicanas sobre el Primer Escenario de Distritación llamada ’Consulta a pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, Distritación electoral 2021-2023’
¿Cambia el mapa electoral en el Estado de México? ¡Por supuesto! ¡Y mucho! Principalmente ahora que se vienen dos escenarios electorales consecutivos. Por ejemplo, el Distrito 23 local, antes integrado por los municipios de Tezoyuca, Atenco, Chiconcuac y Texcoco, ahora, conserva su número distrital (23) con cabecera en Texcoco, pero lo integran Chiconcuac, Chiautla, Papalotla y desde luego, dicen los que saben, la comarca morenista, la cuna de la cuarta transformación.
Esto mismo, también significa un cambio trascendental, tanto para los partidos políticos como para las bases de éstos y en sí, para el electorado en general, las brigadas de cambaceo deberán modificar su modus operandi, ya que se trata de ’nuevos horizontes’ por así decirlo. Ni hablar de los actores políticos, también harán lo propio para conquistar nuevos votos.
Para algunos, esto puede resultar conveniente para ya no preocuparse por ’pagar’ deudas históricas, ni dar explicaciones rebuscadas, como es el caso de límites territoriales, conflicto generado a las familias fronterizas entre los municipios de Atenco y Texcoco, en el trienio de la maestra Delfina Gómez como presidente municipal, donde por cierto, gracias a ello, la comunidad de Vicente Riva Palacio, prácticamente ya perdió bienes patrimoniales como escuelas y panteón; por cierto, esta comunidad, antes de la llegada de los españoles, también fue un pueblo originario y su nombre era Tezcalzingo.

En calidad de mientras, la disputa del poder por el poder, ha comenzado.

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