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Noviembre 03, 2024 21:07 hrs.
Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com
Política ›
En virtud de que los ciudadanos somos una especie de retrasados mentales para el gobierno, la mentira continúa convertida en el instrumento más socorrido para informarnos de los esplendidos avances nunca antes vistos, en la gobernanza de un país inmerso en la violencia en sus cuatro puntos cardinales. Para la Presidenta y para sus funcionarios, todo marcha en miel sobre hojuelas, pero sobre un piso lleno de muertos y de sangre.
El súper policía Omar García Harfuch presentó el primer informe de seguridad e incidencia delictiva, para decirnos que, en materia de violencia, por ejemplo, vamos a la baja en lo que va de la presente administración, mientras en muchos lugares de la provincia, sus habitantes dan cuenta diariamente del acecho implacable de los criminales en contra de todo lo que se mueve.
Tengo la costumbre de hablar periódicamente a mis familiares que viven en Tecpan de Galeana, Guerrero, apacible, a pesar de estar lleno de narcotraficantes, como todos los rincones del país, pero con movimientos repentinos del indicador de violencia que alteran la vida diaria y desde donde monitorean lo que ocurre en toda esa franja, denominada Costa Grande, una de las siete regiones de la entidad.
Las respuestas de los últimos días es la misma: ’estamos con toque de queda’ impuesto por uno de los grupos en disputa por el territorio, que les ha advertido no salir de sus casas durante la noche, para evitar convertirse en víctimas de una bala. El miedo, la incertidumbre, la zozobra, reinan en la ciudad como en otras poblaciones y en las carreteras que conectan hasta las colindancias con Michoacán, por un lado y con otros estados en diferentes rutas.
Esto ocurre en otras latitudes de la geografía mexicana.
El panorama desolador y de terror existe también en Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, Chiapas, Veracruz, Tamaulipas y en más estados. En Guerrero no existe la ley y menos el reposo para sus moradores, que viven alertas ante cualquier brote de violencia que se produzca inesperadamente. Así están otras entidades.
A esta situación a la que pretenden acostumbrarnos, hay que añadirle todos los esfuerzos en el Congreso de morenistas empoderados mañosamente, de aniquilar la Constitución, a la que desacatarán, igual que lo hacen los peores delincuentes del país, encabezados por sus líderes, Ricardo Monreal en la Cámara de Diputados y Gerardo Fernández Noroña en el Senado, para acabar de sembrar el caos y entonces gobernar a placer, un pueblo de corderos asustados, pero bien maiceados con las dádivas bimensuales que amenazan con extinguirse.
García Harfuch resultó igual que la periodista, Rosa Icela Rodríguez. Esta señora solía informar periódicamente haber acabado ya con la delincuencia sin disparar un solo tiro y sin haber implementado un plan para ese fiero combate. Simple y sencillamente porque su presencia había espantado o algo así, a todos los criminales del país. Era y aún es el estilo: la orden presidencial de mentir.
Muchos no necesitamos de sus estadísticas.
Basta un telefonema a nuestros conocidos en los lugares llenos de peligro, para saber inmediatamente las condiciones de violencia que perviven en esos rumbos que podemos presumir, conocemos inclusive de sobra, desde el mar hasta las zonas serranas que conectan con otras regiones, en donde también viven con temores increíbles, a merced de esas bandas que existen con la plena complacencia de la Presidenta.
El informe es un catálogo de competencia. De eficiencia sobrada. En un mes han abatido el crimen a niveles jamás sospechados. Pero la realidad habla de que, igual que antes, como decía el que acaba de irse, la cosas van de mal en peor. De seguir así, seguramente pronto habremos de ver a un Primer Mandatario arrancado directamente de las filas del narcotráfico. Tal vez en 2030, uno de los chapitos o El Mencho, figuren entre los candidatos a la Presidencia del país.
Probablemente también, uno de ellos gane la competencia.
ariosruiz@gmail.com
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