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Enero 12, 2014 19:28 hrs.

Alex Sanciprián › todotexcoco.com

Sociales ›


Texcoco. Edomex.- Las hamburguesas texcocanas de “Doña Laura”, del Jardín Municipal de Texcoco, resguardan un cúmulo de historias que tienen como eje común la cultura del esfuerzo y trabajo, y un peculiar modo de preparar la carne y su combinatoria con el llamado “pico de gallo”, trozos de piña y queso fundido, el punto especial de la mantequilla, el sustancial toque del cocimiento, así como la preparación del picante.

Degustar esas hamburguesas se ha convertido, a la vuelta de los años, en una suerte de ritual, una tradición, para múltiples familias, parejas de enamorados y nueva clientela que incursiona en el Jardín Municipal de Texcoco a la hora del ángelus vespertino en busca de los puestos donde se expenden.

Pero, ¿quién es “Doña Laura”, cuál es la fórmula que ha seguido para desarrollar su proyecto empresarial, cómo fue la génesis de su trabajo que con el tiempo se ha convertido en generador de empleos?

Al estar en su casa queda latente la advertencia de que luego de un accidente doméstico está convaleciente y solo unos minutos atenderá la petición de una entrevista. Por fortuna, la charla se vuelve afable, toma otros rumbos, pasan los minutos y recala en una invitación a comer.

Ofrece su particular punto de vista acerca de cómo siente el pulso de la vida en Texcoco en las actuales circunstancias económicas, políticas y sociales.

- Naturalmente, Texcoco ha dejado de ser y de tener el perfil de pueblo de paso y anecdótica capital del pulque y la barbacoa. Tiene notable peso en cuestiones históricas, culturales educativas y comerciales. ¿De concretarse, en los días que vienen, el proyecto de la construcción de una nueva terminal área en la región, cómo piensa que se va a transformar el entorno?

- Puede ser algo de mucho beneficio para si en verdad se concreta la generación de empleos. Está claro que los inversionistas, los empresarios, traerán a su propio personal. Sin embargo, creo que se debe ver bien esa posibilidad de dar bienestar a la gente de Texcoco y sus alrededores. Por otro lado, no debemos olvidar que a Texcoco le hacen falta buenas escuelas. Aquí puede instalarse una muy buena Universidad. No son suficientes las escuelas que tenemos. Hay que levantar un programa de industria, un parque industrial en serio. Hay que pegarle al desempleo aquí y en otras partes del estado de México. Ahora bien, si viene de veras el nuevo aeropuerto, pues que lo hagan, pero que beneficien a la gente de Texcoco.

- Doña Laura, ¿cómo le ha hecho para conseguir el éxito de sus hamburguesas texcocanas?

- Bueno, primero debo decir que desde siempre he sido muy entrona para el trabajo, el estudio y echándoles muchas ganas a conseguir los propósitos que me he impuesto. Yo soy originaria de Orizaba, Veracruz. Hice la secundaria nocturna y más adelante entré ya grande a la Preparatoria #7 de la UNAM. Pero yo trabajaba y estudiaba entones. Era buena para las ventas, por ejemplo. Laboré en una empresa donde me dieron la distinción y la categoría de “vendedora águila”. Por ese tiempo estudié también contaduría pública y me apoyaron para llevar cursos de mercadotecnia.

- Desde entonces ya tenía usted ese espíritu de tenacidad y trabajo.

- Así es. Participé en el célebre movimiento estudiantil del 10 de junio de 1971. Era buena para las tareas de organización y formé parte del Comité de Lucha Estudiantil. Pocas mujeres estaban en eso y yo era una de esas. Años después empecé a desarrollar trabajo social en Chimalhuacán. Ahí conocí a un señor que se llama Francisco Hernández, quién tenía carritos de hot-dog aquí en Texcoco. El entonces presidente municipal Rafael Garay no le gustaban y los quitó. Fue entonces que me encargaron atender el asunto y gestionar con las autoridades municipales de Texcoco la gestión de nuevos permisos. Fue un calvario. Ir y venir de Texcoco a Toluca. Y vueltas y vueltas, y promesas y promesas y nada de nada. Persistí hasta que por fin, luego de muchas gestiones, conseguí que los dichosos carritos volvieran a entrar al Jardín Municipal de Texcoco. Empecé en ese negocio y después unos clientes me insistieron en que diera un giro y que metiera mejor hamburguesas. Y al poco tiempo lo hice.

- ¿Usted misma preparaba las hamburguesas?

- Claro. Llegué hacer y vender yo sola entre 300 y 350 hamburguesas diarias. Y fue creciendo el negocio. En realidad la gente que me ayuda es poca. Ellos son los que van generando empleos para otras personas. Desde el principio impuse la organización y un estricto control de calidad en el producto, y sobre todo limpieza en los puestos. Usted puede comprobarlo cualquier tarde. Mi gente llega y barre y limpia el espacio donde vende. Se ponen lonas en el piso y botes de basura cerca. Al terminar la jornada se vuelve a barrer y limpiar. Sé que a la gente le gusta la preparación de las hamburguesas texcocanas y por eso yo le encargó mucho a mi gente que también sean muy limpios en la preparación. El resultado es que el cliente vuelve. Ya nos conoce y consume con nosotros mucha gente. Somos parte de una bonita tarde o noche familiar o de parejas o de personas que a solas van a comer hamburguesas al Jardín Municipal de Texcoco.


- ¿Y cómo está eso de que usted no se llama Laura?

- Ah, bueno en realidad mi nombre es Delfina Carrera Tlaxcala. Muchísima gente solo me conoce como “Doña Laura”. Esa historia viene de cuando participaba en las reuniones estudiantiles y el asunto se ponía complicado. Decidimos que nos convenía cambiarnos de nombre para el pase de lista en las reuniones. Así como la mayoría se pusieron apodos de animales. Yo no quería un apodo de animal. A una compañera le llamaban “La Cachalota”. Un compañero fue el que dijo: “Tú serás Laura”. Y así me conocen muchas personas desde entonces.

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¿Quién es “Doña Laura”, la de las hamburguesas texcocanas?

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