1

10,091 vistas

Enero 14, 2015 01:22 hrs.

Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Política ›


El guanajuatense Carlos Navarrete debe estar arrepentido de su triunfo para dirigir al Partido de la Revolución Democrática. Primero los sucesos de Iguala, después las aprehensiones alcaldes perredistas, más adelante las deserciones de los seguidores de López Obrador. Súmele a esos sucesos, la graciosa huida de 10 delegados políticos que no pudo controlar el jefe de Gobierno del D.F. y la renuncia del senador Armando Ríos Piter para buscar la gubernatura del conflictivo Estado de Guerrero.
Todos sabemos que el PRD nació al conjuntarse partidos, grupos y corrientes autoclasificados como de izquierda. Fue una mezcla de las diferentes manifestaciones ideológicas. Creció el partido del Sol Azteca, logrando imponerse en muy corto tiempo e incluso arrebató desde 1997 el control político, a los priistas, de la Capital del País; obtuvo gubernaturas, escaños senatoriales y curules federales, además de presidencias municipales importantes, legislaturas locales y regidurías. Todo fue felicidad hasta 2012 cuando con la salida de Andrés Manuel López Obrador, los del amarillo y negro, comenzaron a dar muerte a la gallina de los huevos de oro.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, uno de los fundadores y primer presidente del PRD, no aceptó el dominio de “Los Chuchos” y formalizó su renuncia al partido, sin que hiciera mayor daño. Apenas se iniciaba Navarrete Ruiz como dirigente nacional, cuando surge el dramático caso de los normalistas de Ayotzinapa y es señalado como principal responsable José Luis Abarca Velázquez, presidente municipal de Iguala, que aunque sin ser perredista recibió la bendición de López Obrador (ahora “El Peje” lo niega) y el apoyo de Jesús Ortega Martínez y de Jesús Zambrano Grijalva.
Presos Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, comenzó el dolor de cabeza para Navarrete Ruiz. Ella era aspirante a dirigir el PRD en Iguala y después a ser candidata para suceder a su marido. Cayó Ángel Heladio Aguirre Rivero, quien llegó a gobernador postulado por el PRD luego de renunciar al PRI cuando era senador. Aguirre está calladito y parece que el gobierno de Enrique Peña Nieto ya lo perdonó. Enseguida la Procuraduría General de la República abrió averiguaciones ministeriales contra alcaldes de origen perredista y procedió a consignarlos antes un juez, recluyéndolos en penales federales.
Los golpes siguieron contra la dirigencia de Navarrete Ruiz, quien, por cierto, está pagando por las acciones de “Los Chuchos”. La falta de autoridad del doctor en Derecho Miguel Ángel Mancera Espinoza, su protección a los funcionarios corruptos y el estar sometido a intereses ajenos a la ciudadanía, permite que los 10 perredistas que fueron electos como jefes delegacionales boten el cargo, porque ahora quieren ser asambleístas –los llaman diputados—y los que están en la Asamblea Legislativa buscarán ser delegados políticos. Con esto, la imagen perredista queda más que manchada y lo comprobaremos el domingo 7 de junio, cuando sean las votaciones.
Dejar ir a los “delegados políticos” eq uivale a truncar la solución a los problemas que hay en las 10 de las 16 circunscripciones que integran el Distrito Federal. Incumplir con la ejecución de los programas que fueron anunciados al comienzo de la administración, es otro punto que Mancera Espinoza no ha considerado, así como las auditorías que debe ordenar la Contraloría y las investigaciones judiciales que están en curso como en el caso del delegado en Iztapalapa o las denuncias por corrupción contra Mauricio Toledo, de Coyoacán.
Cuatro, de los 14, de los delegados perredistas determinaron a última hora echar marcha atrás, considerando razones de tipo personal. Los otros dos, un panista que está en la Benito Juárez y de Cuajimalpa, el priista que es protector de golpeadores y disolventes de asambleas y manifestaciones, también permanecerán en sus oficinas, cuando menos por ahora el sexteto no abandona el barco.
Armando Ríos Piter, joven senador por Guerrero, tenía muchas posibilidades de ser candidato del PRD para recuperar el cargo de gobernador que en dos sexenios ganó su partido. Pero, el pero que nunca falta, decidió alejarse porque Jesús Ortega Martínez --el mero mero de Los Chuchos—le “sugirió” hablar con el ex priista y vergonzante perredista Ángel Heladio, para que “pusieran de acuerdo”. Ríos Piter se ha distinguido por su honestidad personal, por su verticalidad como político, por su formación desde siempre es leal a sus principios y por ello determinó abandonar el campo.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿Dejará Carlos Navarrete Ruiz que sean “Los Chuchos” los que elijan a los candidatos federales, estatales y municipales para las elecciones del 7 de junio y presentará su renuncia?

VER NOTA COMPLETA

Se le desmorona el PRD a Navarrete

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.