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Enero 13, 2014 18:13 hrs.

Ileana Ruiz › diarioalmomento.com

Biografías ›


Una vez dicha no se pueden recoger las palabras. Cobran vida propia. Copulan con otras ideas que, fértiles, esperan su inseminación; procrean, eclosionan, se multiplican cual corimbo; pueblan el mundo.
Martin Luther King es un hombre de palabra. Sus expresiones verbales son tan rotundas como sus actos. Es prédica en acción.

Nació el 15 de enero de 1929 pero aunque atentaron contra su cuerpo un 4 de abril de 1968, su voz nos sigue sacudiendo con su valiente llamada a la objeción de conciencia, porque al Niño Jesús lo mataron en Belén; a la opinión certera, porque la noticia muere sin derecho a réplica en Honduras; a la desobediencia civil militante, porque la denuncia es encarcelada en Rusia; a la indignación, porque la justicia se ahoga en Lampedusa. Es preciso – como entonces y como siempre – el pronunciamiento oportuno.
Al Niño Jesús lo asesinan en Belén
Martin, yo también objeto y me uno a tu voz cuando dices que “nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos”.

Hace 2014 años que Cristo nació en Belén. ¿Cuántos niños Jesús no habrán muerto en Belén entre diciembre de 2013 y enero de 2014? Jesús y también Enoé, y Lázaro, y Marta, y Rut, y Simón. ¿Quién es Herodes en este siglo? José y María no pueden en esta ocasión huir a Egipto porque allí también hay guerra.

Sin embargo, la vida no pierde tiempo, sino que lo dedica al encuentro sin sectarismos, a la cooperación y la construcción del milagro cotidiano de la bondad. La vida se amotina y nunca se somete sino se alza en pie de esperanza, no se amilana ante la adversidad, lucha día tras día con empeño y hace de su existencia una duradera manifestación.
La noticia muere sin derecho a réplica en Honduras
Opino junto a ti, Luther, que “siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto”.

Opino, en pleno ejercicio del deber humano de hacerlo por los y las periodistas que mueren en Centroamérica víctimas de la persecución que no es contra su persona sino contra su verdad. Si tengo la formación y el entrenamiento para ello no puedo deponer la invitación a ejercer el oficio de denunciar el absurdo cotidiano.

Opino con la responsabilidad que entraña saber que puedo inhabilitar para siempre. Por ello mi verbo no puede ser trasgo difuso, he de desenvainarlo sin duda; si de esterilizar se trata, no puedo andarme con rodeos en la importunidad de una frase.

Es nuestro deber hacer lo correcto aunque nos dé miedo. Hay una gran diferencia entre el miedo y la cobardía. El miedo es una emoción básica, la cobardía se aprende. El miedo procesado se puede convertir en temor reconducido, la cobardía será siempre sinónimo de traición.
La denuncia es encarcelada en Rusia
King, creo (aunque a veces me cueste ser coherente con ello) que tienes razón cuando dices “Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros”.

Sé que puedo impresionar toda una vida. Puedo ser la impronta a escribir, replicar, expresar otra opinión o provocar el rechazo asqueado por mi insustancialidad. Muchas veces llego tarde adonde nadie me espera.

Cuando el petróleo interesa más que la gente, el dinero más que el futuro del planeta, la vida es negada. Negada en la traición trapera de seres indecisos, que temen comprometerse y prefieren seguir de largo sin sostener a quien tiembla, sin socorrer a quien padece, sin inmutarse siquiera ante el dolor que desconocen como propio.

La vida es abortada en la virulencia del ataque soez, sin argumento y en la celeridad del paso irreflexivo, en quien siempre atropella a quien está a su lado. La vida es amortajada en la cantidad de víctimas de la ambición y de un sistema sustentado en el capitalismo que desconcierta y aturde, plagado de vicios y procedimientos defectuosos, que demora la justicia y esconde entre miles de expedientes no resueltos el camino a la serenidad.

Es distinto ser valiente y asumir riesgos que hacer el ridículo o fornicar con la insensatez. Sin embargo, toda disciplina desaparece cuando surge un arrebato pasional. Entonces la única conciencia que se tiene está en la causa que se abraza. Surge la protesta, viene la desobediencia. Todos somos Greenpeace aunque se nos acuse de vandalismo. El Ártico nos pertenece a toda la humanidad.
La justicia social se ahoga en Lampedusa
Me indigno contigo, Luther King al ver la indiferencia de las víctimas que huyen de las guerras buscando seguridad en territorios que le son ajenos “Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”.

Nadie siente, nadie habla hasta que la tragedia impacta. Se ahogan, en un solo naufragio, cientos de personas que quieren refugio. Me indigno como amparo cautelar contra las inequidades; como bastilla para que no se nos deshilache el pensamiento; como asonancia o como abrazo, como admonición o elogio.

Me indigno porque con tanta Tierra hay gente que por razones políticas, sociales o económicas debe refugiarse en cualquier parte y no es bien recibida en ninguna.

Siempre se reconoce al exilado porque anda con su familia su gente y sus cosas a cuesta. Es una planta extraña que florece a kilómetros de distancia de donde tiene la raíz. La incertidumbre es su sino. Vive el presente anclado en un pasado que se confunde con el futuro.

Entonces, Martin Luther King –aun sabiendo que mis palabras aburren hasta a mi compañero texto/gráfico más entrañable- debo opinar, asumiendo con ello la obligación humana de hacerlo. Un artículo no puede ser bordoncillo que lisonjee intereses mezquinos. Jamás un centímetro tuvo tanta relevancia en la construcción o destrucción de una sociedad.

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Sigue dando la vida por la paz

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