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Enero 06, 2014 16:43 hrs.

Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Política ›


De plano, ¿somos o no somos? Este año será definitivo para el sexenio de Enrique Peña Nieto. Lo que no quede cimentado en este 2014, difícilmente se conseguirá en los siguientes tres años y menos en el último. Las reformas constitucionales logradas en las semanas recientes, las de diciembre, indudablemente que tienden a transformar a México y que estarán solidificadas cuando se aprueben las leyes secundarias en materias educativa, hacendaria y electoral, punto de partida para la ejecución de los programas gubernamentales y que los mexicanos recibamos los beneficios publicitariamente anunciados.

En estos 365 días, de los cuales ya llevamos varios recorridos, el Presidente Enrique Peña Nieto y sus colaboradores, de todos los niveles, deberán demostrarnos con hechos que el país no solamente se transformará sino que el avance será tan significativo que el desarrollo industrial, las inversiones nacionales y extranjeras, el despegue económico, abrirán cientos de fuentes de trabajo formal no temporalero ni circunstancial. Caminaremos hacia una producción alimentaria suficiente para no seguir consumiendo lo importado

Queremos ver que el Presidente Peña Nieto entienda que es jefe de la familia mexicana, cabeza de más de 120 millones de seres humanos distribuidos en 31 Estados y un Distrito Federal. Sabemos que su bandera es actuar con inteligencia y no con violencia, pero, el pero que nunca falta, ya está demostrado que los grupos mal llamados oposición política están integrados por vándalos y delincuentes que atropellan los derechos de terceros causando graves daños a la economía y a las fuentes de trabajo.

Se me ha insistido en que el mexiquense es un hombre duro, de una sola palabra y que ya lo comprobaremos, más adelante. Hasta ahora no lo parece y solamente dos de sus colaboradores tienen derecho a meterse en todos los asuntos, mientras que el resto permanece tras la cortina. Si acaso una excepción es la Secretaria de Turismo, cuya labor se está percibiendo y destaca como una mujer con proyección a ser gobernadora con el apoyo de su tío, el incansable Carlos Salinas de Gortari.

México no puede ni debe tener un Presidente que deje actuar impunemente a los grupos que saltan en demanda de mejor situación laboral, económica y política, pero que el amparo de los derechos constitucionales han frenado muchas acciones gubernamentales en beneficio de las mayorías. Tampoco debe acogerse a que los problemas estatales son única y exclusiva responsabilidad de los gobernadores, porque el Presidente de México es el directo responsable de todo lo bueno y de todo lo malo que se registra día a día. Ni mucho menos otorgar tanta manga ancha a los dirigentes de los partidos políticos, quienes desde la simulada oposición obtienen ventajosas y sustanciosas prerrogativas mientras que su partido político, el PRI, mantiene una actitud alejada de lo revolucionario y de lo institucional.

Hay que hablar menos y hacer más. Se requiere que al fijarse metas reformistas, se establezcan los tiempos para el goce de los beneficios y que no se mantenga una campaña como la de anunciar la disminución en las tarifas de la luz y del gas, lo que no ocurrirá en un lapso corto. Es mejor, para no dar una falsa imagen de engaño, hablar poco y no crear ilusiones de inmediatez. La política de información ha fallado, por lo que el equipo de comunicadores oficiales debe tener el apoyo presidencial.

El control político sobre los gobernadores no rompe con el principio de un Estado Libre y Soberano. Ahora que ya desapareció el presidencialismo que anteriormente quitaba a los gobernadores por ineptos, por corruptos o porque no eran del equipo en turno, ya que eso es antidemocrático, es cuando el Secretario de Gobernación como responsable de la política interior debe intervenir para corregir errores como en Guerrero, en Michoacán y en Oaxaca, sobre todo en éste último territorio donde el gobernador maniobra contra los profesores que trabajan y solapa a los incumplidos con millones de pesos.

PREGUNTA PARA MEDITAR:

¿Podríamos aceptar que por no conciliar políticamente, por no negociar satisfactoriamente y por no proceder aplicando la ley, tenemos un débil jefe de la familia mexicana?

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¿Tenemos un débil jefe de familia?

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