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Marzo 16, 2015 11:57 hrs.

Sergio Gómez Montero*/almomento.mx › todotexcoco.com

Periodismo ›


Está mi corazón en esta lucha
Mi pueblo vencerá
Todos los pueblos vencerán uno a uno

Neruda: “El pueblo victorioso”

No hace falta decirlo, el título del artículo, completo, debiera ser: “Un gobierno que cae, jalado por sí mismo”. Nadie lo tira, él se está cayendo por la cantidad de errores que comete día con día y que lo están llevando irremediablemente a la tumba, comenzando por el propio jefe que lo encabeza.

Si uno analiza la tradición, es fácil darse cuenta que los gobiernos sexenales del poder Ejecutivo pasan por etapas definidas desde fines de los treinta, cuando de cuatro se pasa a seis años de gobierno y, primero, del uno al segundo año de gobierno son varias turbulencias que se atraviesan para establecerse; del tercero al quinto año viene la etapa de consolidación y de logros…, así sean efímeros, y el sexto, siempre complejo, pues hay que dejar el poder a quien va a ser el sucesor y que llega siempre con la espada desenvainada. Así se veía venir este gobierno, con esa dinámica, pero hoy, ya cumplidos dos años, los problemas no sólo persisten sino que, por más que lo nieguen los intelectuales orgánicos con sus falsas y falibles argumentaciones, tanto política como económicamente el gobierno se hunde y, en un futuro próximo, tiende a hundirse aún más. Es decir, tiende a derrumbarse y caerse sin remedio.

Lo anterior lleva a pensar en lo que Mosca llegó a denominar equívocamente “clase política” y que hace referencia a quienes ocupan un puesto en el Estado y defienden obstinadamente (casi) los intereses de ese Estado. Más, pues, que una clase ellos sólo son un sector dentro de la clase dominante que es a la que realmente sirven y cuya solvencia y supervivencia la mantenemos, eso sí, todos los miembros de la comunidad. Extraña paradoja: la comunidad toda se hace cargo de pagar a quien sólo sirve a una clase social, que nunca es la mayoritaria dentro de la sociedad. Pero, en general, ese sector encargado de “gobernar” a la comunidad ha sido hasta hoy un sector parasitario de la sociedad, que en un futuro no lejano deberá ser sustituido por nuevas formas colegiadas de gobierno en donde los órganos de base sean los encargados de representar los intereses de todos los miembros de la comunidad.

Ahora bien, si eso se vislumbra para un futuro incierto, en el presente sí toca a la ciudadanía establecer límites a quienes, en la práctica, demuestran que no pueden con las responsabilidades que conlleva su cargo, bien sea por presiones internas o externas al país. Las primeras, casi siempre generadas por el gobierno mismo, cuya capacidad de negociación ha sido nula y ha tenido que recurrir a la represión para controlar a los movimientos de resistencia social surgidos a raíz de los errores múltiples cometidos por miembros de la administración pública, bien sea ejército, policía o miembros encumbrados del gobierno (remember la “casa blanca”, Malinalco e Ixtapan de la Sal).

Ahora bien, en el futuro inmediato es fácil vislumbrar dos escenarios. El remoto se vincula con la posibilidad de cambiar de forma de gobierno. El más cercano y viable, el que la presión popular y las mismas presiones que enfrenta el gobierno provoquen conjuntamente el que este gobierno que se está cayendo termine por derrumbarse irremisiblemente.

Mientras, habría que citar una y otra vez lo expresado por Fernando del Paso en su diálogo con el fallecido José Emilio Pacheco: “Quiero decirte que yo también amé a tu manera a esa patria de los cuantos bosques y ríos y de la ciudad monstruosa que fue tu cuna y la mía. Quiero decirte lo que tú ya sabes: que hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia”, y gritar: “¿Que se hunda? Que se hunda”.

*Maestro jubilado y miembro de Democracia Popular

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Un gobierno que cae

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