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Enero 19, 2016 23:31 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


En México cada procurador tiene su verdad histórica, y tan histórica que carece de vínculos con la realidad. Arely Gómez no es la excepción.
Cuando un suceso es magnificado desde las más altas tribunas del país, se desinfla rápidamente y sólo queda el ridículo de la celebración como una especie de fiesta que no tenía justificación para exaltarse de tal manera que el júbilo hizo escuchar las notas del himno nacional cuando El Chapo Guzmán fue reaprehendido.
La alegría tenía dos razones escondidas la primera que Osorio Chong regresaba a la carrera por la candidatura del PRI a la Presidencia de la República, la otra echar por tierra todas las sospechas acerca de que el delincuente reaprehendido gozaba de impunidad en este sexenio por haber apoyado financieramente, de manera considerable, una que otra campaña de altos vuelos.
Primero la procuradora quiso implicar a la actriz Kate del Castillo por intentar realizar una película con la vida de El Chapo Guzmán, pero después descubrió que ese no es delito. Y había que castigar a la actriz por no realizar una película con la vida y obra de Enrique Peña Nieto, a quien honra y venera.
Lo cierto es que la procuradora apostó su prestigio a esta detención y perdió. Seguramente no saldrá bien librada y toda la verborrea que soltó desde el momento en que fue designada de nada le servirá. Primero deberá comparecer ante el Congreso, luego contestar una que otra demanda que a raíz de la detención de El Chapo Guzmán surgirá.
La declaración que hizo en el hangar junto al gabinete de seguridad al día siguiente de la recaptura del delincuente fue muy ligera. Con definiciones aventuradas y definiciones temerarias.
Es realmente vergonzosa la administración de justicia en México, dentro y fuera de nuestras fronteras no ha habido un solo procurador en muchos años que reivindique la legalidad y la justicia en este ámbito.
Sus declaraciones triunfalistas caen por su propio peso y quedan históricamente como unos verdaderos mentirosos. En cualquier país del mundo, incluyendo los retrasados propios en economía y legalidad de África, un procurador con declaraciones extremas como las de Murillo Karam, lo tuvieran en la cárcel o por lo menos como sujeto de juicio político. Pero en México el procurador, a quien por algo se le dejó de decir el abogado de la Nación, es una figura que hace acusaciones y delitos a la medida de los deseos de su jefe, el Presidente en turno.
Recordemos a los generales que Marisela Morales sometió al aislamiento con el pretexto de vender grapas de cocaína en las oficinas del Colegio Militar. Y ahora es premiada con el consulado en Milán. Es decir, en lugar de enmendar sus errores los magnifican y a cambio reciben recompensas, cuando en realidad Marisela Morales debía estar presa.
Este es el papel que juegan los procuradores de la República en México, ellos ya saben el juego que les corresponde realizar y con gusto lo practican en una acción más cerca al delito que a la legalidad. La historia así los dibuja.
El ridículo rodea a los procuradores de la República en México, recordemos aquel cansancio de Murillo y también el abrazo paroxístico de Arely al secretario de Gobernación, cuando recapturaron a El Chapo, digno de mejores causas.
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Verdades históricas

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