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Marzo 17, 2015 13:13 hrs.

Araceli Ordoñez Cordero › diarioalmomento.com

Cultura ›


Los claros velos cubren la extensión subyugante de nuestras miradas, una entorpecida maraña golpea el eco del viento, se abarca en el puerto, se somete al encuentro de arena roja, las gaviotas rozan la esperanza de dormir un día entre rascacielos de acero, cada hora que pasa muere un pez.
Esa mancha que ha golpeado nuestro encuentro, es la misma que golpea al salmón naranja; madrugada donde cada destello del canto de un gorrión que se posa frente a esa ventana espera el salto contracorriente de la tortuga marina; ese buscar el camino a tu corazón, ese luchar por un destino sin rejas para la razón, no más demerito a las trenzas que se visten de arcoíris que cavan una zanja donde dejar ese color y olor de tierra morena, fértil, sucia para la vista del sol. Cuando ese humo negro nació, el se metió, cayó de arriba una luz estruendosa y los ojos que esperaban se dieron vuelta no traía etiqueta, no traía pedigrí…
Las horas póstumas de vida, fueron un sueño, un par de risas continuas, un ya estarás aquí; en mis brazos callosos de agujeros rotos donde en apariencia no podrás estar, pero estarás seguro de la roña que pulula los templos del ego, pondremos una escuela para perros y verás que el mundo es mejor, verás que se mezclarán los pálidos días con el brillo de la serpiente que cotonea su cuerpo escondida entre la maleza, atenta y zagas mordedura si pisas su cabeza, pero escéptica cuando mira en tu interior y se encuentra un espejo, ya te dará la mano, te guiará al camino, no ese de perdición al que todos le achacan sin conocerla, sólo porque una parábola no fue interpretada de manera correcta, sólo porque es símbolo de discordia, símbolo de pecado, símbolo de miedo…
Miedo de caminar por los rincones repletos de olor a yerba, ese color de descanso para la vista, esa plataforma para las alas cortas, esa puerta para huir del mundo,,, Una puerta se abrió, sin que mis ojos la pudiesen mirar, al compás de mis latidos se confundió con el deseo de tus dedos, se confundió con los primeros pasos de un nuevo título que te hará regodearte al murmullo de todos… El andar del motor se detuvo en medio del camino, no se halló gasolina, el próximo pueblo muy lejos, peñascos borrascosos para cruzar el río, crecía imponente como en aquel sueño que anunció; si la abuela o el primo de un amigo dice que si, pues así será, pero si dice no… Lo dejó al azar, lo dejó en manos de un tal vez, de un quizás, de un canto de aquella ave que parlotea sólo una vez, por eso es una extraña al mundo, pero en realidad ella es quien mira al mundo como algo sórdido con tantos gritos vanos, metiendo su cuchara en todo cuanto pueden, en todo cuanto desconocen y así paso, fue noticia por años el dolor que agobio al pueblo sometido, el dolor que no cesa, la compasión de sí mismos por preferir a Barrabás, y seguir hoy comiendo de sus manos, llorando por la mamila que no se dio, esperando que no ensombrezca nuestros hogares, que se termine la noche y todo sea un mal sueño, que levantes las cortinas y las manos de indigentes no estén heladas, que los cestos de basura no reciban a las equivocadas cigüeñas, que las aulas no dejen de tejer mañanas, que los misiles se vistan de diálogo elocuentes, que todos tengan una voz, que todos sean y se comporten como lo que son;
que ruja el león
que cante el gorrión
que el rosal adorne y bañe el ambiente
que lo niños sonrían y crezcan
que los colores se mezclen
que cada cual envejezca en su mundo







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Y… si una noche

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